Momentos antes de abandonar el lugar dónde fue feliz, quiso arrebatarle al agresivo paso del tiempo, lo único que hasta entonces le había hecho sonreír. Con los ojos tristes, se abrazaba a su tesoro encomendándole  su existencia. Unos dicen que entre las manos llevaba sus sueños más disparatados, otros que cargaba con sus miedos. Lo cierto es que solo en sus labios se leía una canción regalada.
Su alma reconstruida por viejas fotografías de tiempos pasados en las cuales se distinguía una delgada sombre felina y taciturna que vivió intensamente entre música y barbaridad.
Es marea en las noches raras y la senda donde te encantará perderte. Podrías contemplarle en silencio y llenar su mirada de medias sonrisas. Al despertar, seguirás soñándole.
Intrépido, se atreverá a hacerte feliz, jugando dulcemente a ser el héroe capaz de engañar a las horas inmóviles y ser el niño aventurero que conquiste las palabras más bellas.
Su mundo es un cajón cerrado con llave, dentro de él está el jardín más soleado, el bosque más lluvioso, la melodía que no podrás dejar de bailar y su perfume.
Al respirar...se detuvo el viaje.
Nuestro soñador salta a lo más alto del tejado de las fases lunares dónde se refleja su preciosa y delgada silueta felina.